¿Acabaremos con ellos?
Hay quien cree que el calentamiento global es un mito, quién cree que no es una amenaza y quien no quiere ver más allá de su nariz, pero solamente tenemos que fijarnos en una especie tan bonita, llamativa e interesante como el oso polar (ursus maritimus) para darnos cuenta de que algo está pasando, de que si no tomamos medidas, si no aplicamos protocolos de sostenibilidad, si no somos conscientes del daño que estamos causando a nuestro planeta, ésta especie acabará por desaparecer.
Cada vez estamos más cerca de su extinción, de no poder admirar más su belleza, de sufrir el impacto que esto generará en la naturaleza. Su hábitat, los glaciares y zonas permanentemente congeladas donde habitan, cada vez tienen menos hielo y esto hace que estén hambrientos; no pueden cazar ya que no pueden desplazarse hacia los grupos de focas que son su alimento y su principal fuente de energía y además se ha demostrado que la forma de cazar que utilizan muchas veces, tumbarse ante un agujero en el hielo durante días para ver si al salir una foca pueden cazarla, les produce mucho más desgaste energético de lo que parecía; poseen un metabolismo mucho más alto de lo que hasta ahora conocíamos, lo que quiere decir que necesitan más presas, principalmente focas para poder sobrevivir y llevar a cabo su actividad, algo que se les presume difícil por el deshielo.
Según un estudio del Servicio Geológico de EEUU y la Universidad de California, cada oso polar necesita un adulto o tres crías de foca cada diez días para mantenerse. Éste estudio monitorizó nueve osos polares durante tres años y de esos nueve, cinco no pudieron cumplir con su caza lo que les provocó un descenso de hasta veinte kilos de peso en diez días; un problema serio en ésta especie ya que un macho sano está entre los 300-800kg y una hembra entre los 150-300kg.
El ártico se está calentando mucho más rápido que el promedio mundial y por lo tanto disminuye el hielo marino del que depende ésta especie, por lo que muchos de ellos se adentran en poblaciones remotas en busca de sustento; buscan huevos y gallinas pero también buscan alimento en los vertederos, coleccionando una gran cantidad de material de deshecho como plásticos en su aparato digestivo; algo que les genera dolencias y les puede provocar la muerte en cuestión de días.
En Belushya Guba, un pequeño asentamiento urbano ubicado en el suroeste de la Isla del Sur de la Nueva Zembla de este archipiélago ártico en el óblast de Arcángel, Rusia; una de las islas más al norte del continente euroasiático, muy cercana al ártico, se han acercado a las casas de los habitantes por la noche en busca de comida y han llegado a los vertederos del pueblo en busca desesperada de alimento, por lo que las autoridades locales han comenzado a instaurar medidas parar proteger a la población: se fletan autobuses especiales para transportar a los más pequeños a las escuelas, los coches han de ser reforzados y la población de la ciudad, unas 2000 personas, tienen miedo de salir a la calle.
Se están llevando a cabo estudios para determinar si éste es un síntoma de la alteración de las condiciones meteorológicas por el cambio climático que sufre el planeta, pero de ser así, los expertos en medio ambiente ártico no estarían nada sorprendidos ya que hace años avisaron de que para 2050 desaparecerían unos 25000 osos polares debido a la descongelación de su hábitat pero también debido a los nuevos yacimientos de gas y petróleo que se vienen explotando en estas zonas por parte de grandes multinacionales, que destruyen el hielo y por lo tanto el oso polar tiene menos posibilidades y de alimentarse. Otro dato importante es que su población se ha reducido en un 45% en los último 50 años.
En las zonas habitadas a las que han llegado por desesperación éstos mamíferos se plantean la posibilidad de matar a los animales como única solución posible ya que aunque no se han registrado ataques, se sabe bien que han perdido el miedo a los humanos. La otra forma de evitar éste problema es con dardos tranquilizantes; dormir al animal y transportarlo a su hábitat natural pero ésta una medida muy cara que las instituciones no quieren afrontar.
Nos hacemos una pregunta tratando éste tema: ¿tendrá el oso polar el mismo destino que otras especies extintas como el rinoceronte negro occidental o el dodó? Si así fuera, éste hecho se convertiría en un símbolo de lo que el cambio climático puede llegar a hacer en cualquier otra especie, en la naturaleza al completo.
Seamos responsables.
Lydia Gallego