Capitalismo verde: una ilusión que llena bolsillos.
En los últimos años ha surgido un nuevo movimiento, amparándose en la evidente necesidad de cambiar de rumbo ante la crisis climática.
Como si el Pepito Grillo ecofriendly se hubiera instalado en nuestras cabezas, desde hace unos años atrás parece que por parte de algunos sectores sólo escuchamos mantras como que hay que ser verde hasta el final de sus consecuencias, u otros que nos infligen una gran carga de culpabilidad y que nos ofrecen como solución algo relacionado con favorecer al medio ambiente, para que así podamos “expiar” nuestros pecados. Si bien es cierto que hay que dar un giro a ciertas conductas ambientales, estas actitudes reivindicativas y con aires revolucionarios pueden esconder algo más que sus ganas de un mundo mejor.
Hay ciertas pistas, como el agujero de la capa de ozono, tan mencionado en la década de los 80 y 90, o las recientes evidencias de cambio climático que nos gritan una realidad. Nos gritan muy fuerte que nuestro planeta hace muchos años que dijo basta. Que nosotros, como especie llevamos mucho tiempo viviendo por encima de nuestras posibilidades y que a este patio de recreo hace tiempo que se le oxidaron los columpios. Y al parecer, nuestro insaciable ego y nuestras ganas avanzar, en la forma en la que lo estamos haciendo, no comulgan demasiado bien con lo que al planeta le interesa. Como prueba está que el reciente parón productivo a escala mundial por el Covid-19 ha saneado la atmósfera y ha dado un respiro al globo.
Apoyándose en esto, muchas lanzas punteras del capitalismo y mayores responsables de la crisis ecológica, más allá de negar su voraz apetito destructivo se autoerigen como los únicos capaces de acabar con esta espiral de destrucción de ecosistemas y se promocionan a sí mismos como que ya lo están haciendo, como si fueran una especie de Mesías ecológico. Todo ello tras una campaña de “lavado verde de cerebro” colectivo, un blanqueamiento de su actividad nada provechoso para el medio ambiente. Esta capacidad para lavar su propia imagen es paralela al tamaño de la empresa que lo realiza. Por ejemplo, aprovechando la Cumbre del Clima de Madrid (COP25), Endesa hizo ostentación de su gran poder de autoblanqueamiento, copando su logo en los principales medios del país, al lado de titulares que colocaban a la compañía en la lucha contra el cambio climático. Titulares como “Endesa lidera el cambio hacia una sociedad libre de emisiones”. Estos titulares ignoraban, entre otras cosas, que es la empresa española que más contamina, donde también es líder.
Pero si todo esto que hemos contado ha sido el aperitivo, como plato principal tenemos a Greta Thumberg, que es la cara de este nuevo movimiento. Una niña menor de edad desconocida que de la noche a la mañana ha sido convertida en la nueva representante de la lucha por la Tierra y que podríamos decir, es el Pepito Grillo al que nos referimos al principio. Detrás de todo esto se esconde la instrumentalización de una lucha con la que algunos pretenden forrarse, un lobby verde que pretende cambiar el medio ambiente pero, curiosamente, sin cambiar el sistema económico.
El padre de Greta y el lobby Global Challenge, del que este era parte, fueron las que la hicieron viral. Dentro de Global Challenge hay importantes figuras como el Presidente de la Patronal Sueca, así como accionistas de Sustainable Energy Angels, un fondo butire de capital “verde” o David Olsson, el dueño del mayor imperio inmobiliario “sostenible” de Suecia. Buenos samaritanos que quieren sanar el planeta.
Se esconde, tras todo esto, la imperiosa necesidad de hacernos creer que las alternativas que unos pocos nos ofrecen a bombo y platillo son las soluciones a problemas creados, en su mayor parte, por ellos mismos. Pero lo peor de todo no es esto, y ya es decir. Lo peor de todo es que la piedra angular de estas campañas es hacernos sentir culpables y son un ejercicio de manipulación en todo su esplendor. Esto desnuda al capitalismo verde como un juego de trileros donde, como casi siempre, no salimos ganando ni los consumidores ni el planeta.
Post elaborado por Ángel Barreto Fernández.
Fuentes:
www.elsaltodiario.com/laplaza/capitalismo-verde-exterminio-amable
www.elestado.net/el-caballo-de-troya-del-capitalismo-verde-cambiar-para-que-nada-cambie