El COVID-19 y su doble cara en el Medio Ambiente.
China, Italia y España mejoran drásticamente la calidad del aire; Venecia se llena de aguas más cristalinas; Nara, en Japón, convive con ciervos que pasean por las calles ahora despejadas; San Francisco avista pavos salvajes en las instalaciones de una escuela; Barcelona vislumbra jabalíes en el centro de la ciudad…Todo esto son los efectos secundarios positivos que ha tenido la crisis sanitaria del COVID-19 en el medioambiente, uno de los mayores beneficiados, donde parece que la naturaleza quiere recuperar el espacio perdido.
Sin embargo, ¿todas las consecuencias medioambientales son tan positivas?
El denominado corona virus supone a su vez una amenaza para el cambio climático de cara al futuro. Los expertos opinan que puede comprometer las inversiones globales en energía limpia y debilitar los objetivos medioambientales de la industria para reducir las emisiones.
Surgirán retrasos en la producción y proyectos referentes a la energía solar en todo el mundo.
Por otro lado, esta situación está afectando también a otros sectores como son las aerolíneas, que a pesar de que han reducido sus emisiones globales de CO2, debido a la reducción drástica de vuelos, en cuanto se recupere la normalidad tras la pandemia y la gente vuelva a volar, la industria utilizará esta crisis financiera como razón para retrasar o disminuir los programas ambientales.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) ya ha advertido de estos hechos. De ahí que esté instando a los gobiernos a ofrecer paquetes de estímulo económico que inviertan en tecnologías de energía limpia.
Las principales economías preparan esas medidas de estímulo económico para paliar la crisis del corona virus, aunque hasta ahora se centran en industrias como cruceros, turismos o productores de petróleo y gas, que ya han visto una disminución en los precios del petróleo. Pero, ¿para cuándo ofertas similares para las compañías de energía limpia?
Mientras, los analistas advierten sobre mayores costes para los fabricantes “verdes” y un golpe para las operaciones globales.
Si algo queda claro de esta situación, es que debemos replantearnos nuestro estilo de vida. Durante el confinamiento se ha creado una concienciación social de la que han surgido iniciativas respetuosas con el medioambiente, iniciativas solidarias y llenas de empatía. Sería una locura no aprender de ello, y continuar nuestras vidas sin otra visión de lo que debemos hacer.
Nuestra mejor opción es reflexionar para construir un futuro mejor.
Post elaborado por Aleida Domínguez y Virginia Socas.