¿Sabías que generamos 10.000 millones de toneladas de residuos al año?
Es mucho más de lo que nuestro planeta puede soportar
El mundo funciona con un sistema económico lineal, lo que se traduce en que las empresas trabajan de forma independiente, cada una, según sus intereses, las cuales crean productos con un tiempo de vida útil, luego se desechan y crean nuevos que suplanten esto, lo que da como consecuencia miles de toneladas de residuos al año.
- Vender mucho, significa extraer mucho, y la extracción de la materia prima es muy agresiva con el medio ambiente, la atmosfera y el ecosistema.
- En 20 años hemos extinguido oficialmente 27 especies de animales
- Los métodos de transporte son muy contaminantes.
- Los 15 buques mas grandes del mundo, contaminan ¡más que la mitad de coches que existen!
- Las fábricas no se quedan atrás. Y a pesar de las recomendaciones de los expertos, procesan los materiales de manera muy contaminantes.
Los consumidores: también somos responsables
- Estamos acostumbrados a tener siempre lo último, sin pensar cual es la procedencia de lo que estamos consumiendo.
Al final de esta cadena, se encuentra el reciclaje:
La mayoría de bienes de consumo, no están pensados para ser recuperados, y aunque algunos materiales se reciclen, aún nos queda un largo camino por recorrer. La situación es insostenible.
Pero, ¿Qué podemos hacer?
Podemos replantear esta economía lineal, podemos pensar en una economía circular.
¿Qué es una economía circular?
Imagina que dejamos de pensar en que los procesos de producción de las empresas pasen de ser individuales, producir mucho, con sus propios intereses, extracción extrema de materia prima, y también crear miles de toneladas de residuos al año.
Y pensemos en producir mejor, de esta manera lograríamos:
- Ahorrar materiales
- Rentabilizar residuos.
- Reutilizar los productos al finalizar su vida útil.
Si conseguimos reutilizar los materiales, y optimizar los residuos, la extracción de materiales se minimiza. Las empresas se ahorran los altos costes que conlleva la extracción, y la naturaleza respira.
Se calcula que se podrían reducir las extracciones en un 70%; menos material que trasladar, lo que se traduce en menos contaminación. Y si además utilizamos energías renovables para transportar los productos y la materia prima, estaremos haciendo un gran favor al medio ambiente.
Como los productos están pensados para ser reciclados, el esfuerzo que supone crear nuevas piezas, también se minimiza.
Además, los desechos generados siempre se pueden reutilizar y rentabilizar, dándole vida en otros negocios. Por ejemplo:
- ¿Sabías que, a partir de las aguas residuales, pueden extraerse fertilizantes para los cultivos?
El gran ahorro material y energético que deriva de este sistema, se traduce también en una disminución del precio final del producto, lo que genera un ahorro para el consumidor.
Sin embargo, el consumidor debe hacer también un lavado de “chip”, hay que trabajar para alargar la vida de los consumibles, y aprovecharlos al máximo, mediante actualizaciones, reparaciones o usos en común. No se trata de tener productos nuevos, sino de tener cosas que funcionen.
Si desde que empezamos a idear los productos, pensamos en su reciclaje, podemos llegar a evitar el 90% de los residuos, sin generar pérdidas, ni para los empresarios, ni para los consumidores.
Exprimir al máximo los recursos es posible, rentable, sostenible y sobre todo es necesario.
Entre todos podemos limpiar nuestro planeta, y dejarlo presentable para los que están por llegar.
Fuente: