Microplásticos, seguro que los conoces.

El pasado año la Fundéu designó microplástico como la palabra del 2018. Esta entidad opta por un término que pone el acento en la toma de conciencia en torno a uno de los grandes problemas medioambientales de nuestro tiempo.
Los microplásticos son pequeños fragmentos de menos de menos de cinco milímetros que o se fabricaron con ese tamaño o son residuos de envases de cualquier tipo de un tamaño superior que se han ido rompiendo o deshaciendo en el proceso de descomposición. Están en todas partes, desde la arena de la playa, donde seguramente te hayas percatado más de una vez de su existencia, hasta en el agua que bebemos, en los organismos de los animales que consumimos o en la sal marina que utilizamos para comer.
Estos fragmentos son una amenaza para la vida animal, la humana y para el ecosistema en general, pero sobre todo supone un grave peligro para los mares y océanos y ha obligado a poner en marcha medidas para reducir el consumo de los plásticos de un solo uso, responsables en buena parte del problema.
Se sabe que el microplástico existe desde hace 20 años (como parte de productos de limpieza) y en un principio no representaban una amenaza, pero existen varios estudios, como el llevado a cabo por la Universidad Estatal de Nueva York con la Universidad de Minnesota, en los cuales se ha podido observar que hay, al menos, 4.000 millones de fragmentos por cada kilómetro cuadrado de playa y superficies marinas, así como que el 83% del agua que consumimos está contaminada por estos plásticos.
La pregunta es obvia: ¿qué podemos hacer nosotros?
A simple vista el problema tiene una solución aparentemente sencilla: no usar más plástico, pero, a día de hoy, en la era en la que vivimos, en la que todo es envasado, es singularmente difícil pensar o llevar acabo esta idea, pero sí que podemos reducir su uso y mucho, teniendo en cuenta varios factores en nuestro día a día.
Por un lado, la mayoría de los microplásticos provienen de los productos de cosmética; por ejemplo, los exfoliantes cuyas perlas que hacen que la piel quede más suave retirando las células muertas no son más que pequeños plásticos que después de usarlos, desechamos al mar. Por lo tanto, a la hora de usar algún producto de este tipo debemos de leer la etiqueta para evitar los siguientes compuestos:
·El polietileno, aparece como Polyethylene (PE).
·El polipropileno, suele aparece como Polypropylene (PP).
·El polietileno glycol, suelen aparecer como PEG- seguida de un número, por ejemplo, PEG-32.
·El tolimetacrilato de metilo (PMMA).
·El tereftalato de polietileno (PET).
Las cremas dentales también poseen microplásticos que muchas veces, incluso sin querer, ingerimos. Las pastas con micropartículas que prometen dejar nuestros dientes más limpios y sanos, también son plástico.
También podemos evitar la ropa de fibras sintéticas y el poliéster que desprenden una gran cantidad de partículas cada vez que es lavada, ya sea a mano o en la lavadora. Además, debemos evitar el consumo de plásticos de usar y tirar como los vasos y platos de plástico y botellas pero también podemos hacer algo por nosotros mismos y es no consumir plásticos o envases inútiles: en los últimos años proliferan en los supermercados la fruta troceada y envasada que si bien en un momento dado nos pueden sacar de un apuro, la gran cantidad de plástico de esos envases lo hacen más perjudiciales que el trastorno por el tiempo que podamos perder pelando esa fruta o retirando la cáscara a un fruto seco.
Ir al supermercado con bolsa reutilizable para transportar la compra a nuestra casa es una medida que cada vez más personas llevan a cabo, pero cuando compramos fruta a granel se nos olvida y usamos tantas bolsas de plástico como frutas y hortalizas distintas compramos, son las bolsas que se ponen a nuestra disposición en el mismo mercado las cuales se deberían de sustituir por materiales alternativos, también con el afán de reducir al máximo el uso de éste material.
¿Sabes cuánto tarde una bolsa de plástico en degradarse completamente? 150 años.