Jaime Coello: Reflexionemos y crezcamos en la adversidad
Cuando un pequeño ser invisible es capaz de romper todas las costuras de nuestro traje, nuestra creencia de que es de gala se revela radicalmente falsa. No es más que un amasijo de harapos.
Nuestra sociedad tiene los pies de barro. Años de recortes han debilitado el sistema sanitario público que tanto necesitamos y han relegado a la educación a la cola de las prioridades políticas y sociales.
Llevamos años escuchando los términos conciliación y teletrabajo pero en este estado llamado España no han llegado de manera significativa porque la desconfianza en el trabajador es lo que prima. Todos somos culpables de ser vagos y de escaquearnos si no demostramos lo contrario.
Mientras, al menos en Canarias, el sistema viario de las Islas mayores, está colapsado a diario porque se han planificado para que todos los servicios estén concentrados en un solo punto. Nos desplazarnos como pollos sin cabeza en un vehículo privado cuya adquisición ha estado casi siempre subvencionada, mientras el transporte público es caro y corre la misma suerte que el privado: la condena a sufrir las colas.
El sector primario desaparece porque nadie quiere trabajar en el duro campo y porque los intermediarios se quedan con la mayor parte de los beneficios.
Sobreviven y cada vez peor, solo los cultivos de exportación también subvencionados pero insostenibles.
Por otra parte el término soberanía alimentaria no es más que una declaración de intenciones que solo se creen un grupo de colectivos afortunadamente irreductibles e inadsequibles al desaliento, pero sin apoyo oficial.
Si hay una crisis de abastecimiento global, en Canarias no tenemos producción suficiente para atender a los más de 2 millones de personas que viven aquí.
Estamos sumidos en una crisis climática que cada día que pasa nos demuestra que mantener esta forma de vida es incompatible con disfrutar de un planeta habitable.
Nuestro bien más preciado, el patrimonio natural se degrada a ojos vista, acosado por presión urbanística o especuladora,incendios, especies exóticas e invasoras, vandalismo, usos ilegales, etc.
Los episodios de calima son cada vez más frecuentes y el terrible fin de semana del 23-F fue un aviso de lo que se puede generalizar.
Estamos padeciendo un ciclo seco. No llueve y algunos cultivos de secano, se están intentando regar pero cuesta encontrar agua.
El turismo, actividad económica principal de nuestras Islas, depende siempre de que a otros les vaya bien y si estornudan, nosotros cogemos cama.
Los touroperadores se llevan la mayor parte de los ingresos, mientras los niveles de pobreza y exclusión social son los más altos de todo el estado.
Hay brotes verdes como la prohibición de los plásticos de un solo uso, pero no es suficiente.
Seguimos consumiendo demasiados recursos y bienes, demasiada energía, demasiada agua…
Aceptemos la realidad. Esta crisis del coronavirus demuestra que nunca salimos del siglo XX. La pregunta es si ¿estamos dispuestos a hacerlo?
En las actuales circunstancias, una vez superada la crisis del coronavirus, la pregunta es no si vendrá una próxima, sino ¿cuándo?
Debemos tomarnos esto muy en serio, adaptarnos y cambiar. Es mucho lo que está en juego. Si no lo queremos hacer por nosotros hagámoslo por nuestros hijos y nuestros congéneres que han de venir.
Aprendamos de las lecciones que la presente situación nos está enseñando. Salgamos del mundo virtual y aterricemos en el real.
Jaime Coello
13/03/2020