La economía ecológica y su repercusión sobre el planeta

En Sensitur siempre te destacamos y hablamos sobre tendencias, pautas o estilos de vida ecológicos y respetables con el medio ambiente, pero hoy queremos mostrarte una cara diferente de lo que se puede llegar a hacer desde la sensibilización. Te hablamos de la economía ecológica. Pero, ¿qué es la economía ecológica?
Esta es una ciencia que investiga la variabilidad que tiene la sostenibilidad desde un punto económico, mediante la energía, residuos y flujos materiales. Lo que la diferencia de la economía convencional es que busca el crecimiento económico a través del uso óptimo de materiales y factores de producción. Sin embargo, la economía ecológica no es una teoría económica, sino un estudio transdisciplinar con el que se intenta que varios campos se fusionen para afrontar diversos retos. Y como hace referencia su nombre, parte de su base es la sostenibilidad como planteamiento de un subsistema en la biosfera en el que se desarrolle la economía. Por ello, se tienen en cuenta la materia, la energía y la información que la naturaleza ofrece de manera respetable para desarrollar una economía que esté dentro de los límites naturales y en consonancia con la justicia social.

Nuestra economía debe de tener en cuenta la biosfera en el que se desarrolle.
¿Qué motiva esta economía?
La economía convencional se basa en el sueño de crecer continuamente, como algo indiscutible e inevitable para que todo funcione, por ende, todo aquello que no se monetiza no tiene valor pero la realidad es que vivimos en un planeta donde los recursos son escasos y no son recuperables fácilmente. La motivación, por tanto, de la economía ecológica surge del pensamiento social que destaca que las cosas hay que cambiarlas y tratar mejor el planeta, aunque estas acciones no generen beneficios económicos.
Para ello, hay que tener en cuenta la huella ecológica como indicador de sostenibilidad que evalúa la repercusión del modelo socioeconómico en el planeta. Como explican desde el grupo Ecologistas en Acción, “la huella ecológica es un indicador biofísico de sostenibilidad integrador que se define como: el total de superficie ecológicamente productiva necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano medio de una determinada comunidad humana, así como la necesaria para absorber las emisiones que genera, independientemente de la localización de estas superficies”. Por tanto, esta intenta que se tenga en cuenta absolutamente todo dentro de nuestro sistema económico, con el fin de generar un ecosistema sostenible y respetable con el medio ambiente que valore todos los materiales y tipos de energías dentro de esta.
Sin embargo, dentro de esta contabilización en la sostenibilidad no se tienen en cuenta los siguientes impactos:
- La contaminación, como puede ser la de CO2, la erosión, los tóxicos, la pérdida de biodiversidad o la degradación de los paisajes.
- Se considera que la productividad del suelo no “desaparece” con el tiempo y uso.
- No se tiene en cuenta el impacto que genera el uso del agua.
Asimismo, como destacan desde Ecologistas en Acción, también hay que tener en cuenta el concepto de biocapacidad, que se trata de la superficie biológicamente productiva disponible. Así, la diferencia entre la huella ecológica y la biocapacidad es que esta última es el “déficit ecológico” y muestra “la sostenibilidad o insostenibilidad de un proceso industrial o un territorio estudiado”.
Centrándonos en la sensibilización y el control de nuestro impacto en la Tierra, debemos entender que todo lo que hacemos tiene una repercusión, no solo en rentabilidad, sino también en nuestro mundo. Esto es debido a que la actividad humana provoca emisiones de C02, la deforestación de los bosques, la sobreexplotación de los recursos naturales, entre otras muchas cosas que afectan directamente a la economía global. Por lo que debemos pensar no solo en la rentabilidad que genera nuestra actividad o acciones, sino en cuál será el resultado ambiental.
Por estos motivos, en Sensitur creemos que cualquier economía debe estar dirigida a la sostenibilidad y protección de los ecosistemas, porque una economía ecológica tiene como fin asegurar el bienestar de todos. Asimismo, los trabajos relacionados con la ecología generan millones de empleos en todo el mundo, lo que a su vez se traduce en crecimiento económico. Por ello, desde aquí entendemos que, sin prácticas sostenibles, no hay economía de la que hablar.
Redacción: Cecilia Moreno
Fuentes:
- https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/adjuntos-spip/pdf/99-economia.pdf
- https://elpais.com/elpais/2019/06/18/planeta_futuro/1560858859_421537.html
- https://www.bancomundial.org/es/home