Cuenta atrás en el océano: Bómbas
Todos hablamos mucho de lo contaminado que está nuestro océano por culpa de los plásticos y basura vertida de fábricas y ciudades. Porque como bien se sabe, ni fábricas ni todas las ciudades del planeta tienen obligación de depurar sus vertidos antes de eliminarlos al sistema freático, los ríos o el mar.
Pero apenas se habla de otro tipo de vertido, que se hizo en grandes cantidades en las Guerras Mundiales o Civiles, las armas.
Situación Actual
Hace no mucho, viendo un documental de la serie Drenar los océanos, me quedé sorprendida al oír el número ingente de armas que hay en el fondo de nuestros mares cerca de la costa debido a las guerras y el problema que supone el eliminarlas de forma incorrecta.
Hay pocos estudios sobre las consecuencias que van a surgir a raíz de estos vertidos. Uno de ellos realizado por Stefan Nehring, biólogo marino, a principios de este siglo, se encontró mientras investigaba sobre animales invasores en el mar del Norte y el Báltico, que las armas que estaban en el fondo del océano presentaban deterioro y habían empezado a cambiar la fauna y flora de la zona.
Todo esto debido a que cualquiera podía tirar al mar cualquier cosa hasta de 1972, cuando los países firmaron el Convenio de Oslo. Aunque no entró en vigor hasta la reunión de Londres varios años más tarde. Mientras España siguió aumentando esos depósitos oceánicos hasta 1995 donde por fin firmó el acuerdo.
Esto supone millones de toneladas degradándose lentamente en el fondo, cerca de nuestras costas. Para que os hagáis una idea sólo en el mar Báltico y el mar del Norte hay como 1.6 millones de toneladas de proyectiles hundidos.
Localización y eliminación de residuos armamentísticos
Estos cementerios de armas submarinos están repartidos sobre todo en el hemisferio norte y parte del sur, localizándose principalmente en las costas Europea, América del Norte y el Suroeste del Pacífico.
Dicha distribución se debe a la propia localización de los conflictos bélicos, principalmente las Guerras Mundiales. En Europa al acabar la 2ªGM se desarmó a Alemania tan rápidamente, que todas las armas que se localizaron fueron a parar al Báltico y el Mar del Norte. El conflicto al ser mundial, y debido a la tecnología usada, los residuos se distribuyeron en todos los océanos del mundo bien por las pruebas que se hacían con las armas, bien por los propios barcos, aviones o submarinos de la contienda que acabaron en el fondo, y que siguen con material explosivo.
Esta distribución hace muy difícil localizar todos los depósitos de explosivos lo que provoca accidentes con pescadores, perforadores de petróleo, parques eólicos, colocación de gaseoductos o cables.
El problema de estos residuos es la liberación de los distintos elementos tóxicos que las componen, pues tanto la carcasa como la propia arma contiene materiales de difícil recuperación dado su volatilidad y sus riesgos.
Ejemplo de una explosión controlada fue en 1972 al celebrarse los juegos Olímpicos. Necesitaban la bahía de Kiel para las regatas y tuvieron que detonar las bombas que allí había depositadas, para evitar una explosión accidental en el transcurso de la misma. Esto provocó la que las sustancias tóxicas se expandieran por toda la zona y llegaran a cerrar las playas cercanas hasta que pudieron eliminar todos los residuos.
Problemas ambientales
Esta toxicidad se ha descubierto que primero se filtra poco a poco en la zona donde se hayan, luego las sustancias se mezclan con el agua, cuyas corrientes lo dirigen a todos los sitios, lo que hace aún más difícil localizarlas.
El problema de las armas es que tanto el material de las carcasas como los materiales usados como bomba, sea de gas o de elementos químicos que la hacen estallar, son tan tóxicos que la zona donde han caído y han sido detonadas se han visto cambiadas las condiciones ambientales de los hábitat afectados.
En el mar esas detonaciones son mucho más peligrosas, pues no se controlan al ser un espacio especial con multitud de variables. Además debido a la pesca o por una prospección petrolera… se pueden estallar accidentalmente lo que hace que las sustancias tóxicas se distribuyan por el mar pues el arma no desaparece completamente, sólo entre una tercera parte o tres cuartas partes desaparecen con ella.
También hay que pensar que una explosión, como dice Ingo Ludwichowski, director de la ONG Unión para la Conservación de la Naturaleza : “Matará a un submarinista o a una marsopa común si están a unos pocos cientos de metros de la explosión y lo mismo ocurre con los peces” lo que provocaría entre otras cosas la muerte de la fauna y flora marina cercana, los animales perderían la sensibilidad auditiva para cazar por la onda expansiva»
No sólo esa destrucción local, sino que la toxicidad provoca que entre en la cadena alimentaria por moluscos o peces, así como imposibilidad de hacer la fotosíntesis los zooplanton, pérdida de arrecife, mutaciones genéticas en las especies y en los humanos.
Documental sobre las armas en el mar : Profundidades Letales (Armas Químicas en los Océanos).Documentales Paleotube (31 julio 2018)
Conclusión
Cómo humanos cometemos errores, unos más graves, otros menos, pero este tiene una difícil solución pues los gobiernos no consiguen ponerse de acuerdo en cómo controlar ese desgaste pues las carcasas se deterioran a 1 cm/70 años y muchos de los explosivos ya están muy dañados, y siguen erosionando con rapidez, ya que el mar corroe inexorablemente cualquier objeto que entra en su territorio.
La cuenta atrás ha empezado ¿Solucionaremos éste problema fantasma para los gobiernos antes de que sea demasiado tarde?
Esperamos que con los avances tecnológicos y los nuevos descubrimientos puedan poner fin a este drama futuro y nuestros mares recuperen su hábitat único.
Marta de la Cruz Cardiel
25 abril 2020