PARAÍSOS DE HIELO
En la implacable frontera que supone el cambio climático, osos polares, morsas, pingüinos y demás seres vivos que viven en los polos, ven peligrar sus paraísos de hielo.
A la mayoría, las regiones polares nos parecen lejanos, pero no están lejos de nuestra zona de influencia. Nosotros sin pretenderlo, estamos cambiando estos gélidos mundos. Y los cambios no afectan solo a los polos, sino al planeta entero.
La región más fría de la Tierra, La Antártida, lleva unos 30 millones de años congelada, en el centro, la cubierta de hielo supera los 4 km de espesor. Aquí el frio es tan intenso que cada invierno se congelan alrededor de 19 millones de océano, y el tamaño del casquete polar aumenta a más del doble. En primavera, el hielo marino se derrite y la vida vuelve a las orillas del continente. La península que se extiende hacia América del Sur es la primera que se libera de las garras del invierno. A medida que el hielo se rompe, la vida regresa. Aquí, la variedad de seres vivos es mayor que en ningún otro rincón de la Antártida.
Los pingüinos papúas pasan la mayor parte de su vida en el mar, pero al llegar la primavera tiene que dirigirse a la costa para reproducirse. Estos pingüinos no eran muy comunes en la Antártida, pero el aumento de la temperatura también está aumentando su número.
El hielo marino parece tranquilo y sin vida, pero por debajo hay otro mundo. A medida que el hielo se derrite las algas florecen, y los seres herbívoros no tardan en llegar. El krill antártico protegidos por el hielo se alimentan de las algas mientras brilla el sol. Y cuando el hielo se derrite, el krill esté desprotegido y es cuando los depredadores aparecen, los pingüinos y las ballenas, pero esta fuente de alimento está amenazada, en los últimos años el aumento de temperaturas y la desaparición del hielo marino, han hecho que las reservas de krill de esta parte del océano se han reducido a más de la mitad.
Otros cazadores marinos acuden aquí en busca de presas más grandes. Los mayores depredadores de la Antártida, las orcas. Esta especie está especializada en la caza de pingüinos.
Desde las orcas hasta el krill, la vida en La Antártida depende del hielo marino. Con la desaparición de este hielo, se oscurece el futuro de la Antártida.
En el otro extremo del planeta, en el norte, los efectos del cambio climático son todavía más evidentes. El Ártico no es un continente rodeado de mar, sino un océano helado rodeado de tierra. Aquí en primavera, el hielo marino sigue en su máximo esplendor. Este es un gigantesco coto de caza para el mayor carnívoro terrestre, El oso polar. Las focas forman el plato fuerte de su dieta, debe ingerir dos tercios del alimento que necesita para todo el año antes de que el hielo se derrita y su plataforma de caza desaparezca.
Hay veces que las hembras de focas oceladas tienen que dejar a sus crías solas en la superficie. Antes, hace unos años podían construir guaridas en las crestas del hielo, pero ahora el mar se congela muy tarde y el hielo está plano, por eso se ven obligadas a dejar a sus crías desprotegidas a la intemperie. Puede que estos cambios en el hielo puedan beneficiar a los osos de momento, pero a largo plazo, sus presas principales se verán gravemente perjudicadas.
Además, la nueva superficie del hielo, más lisa, también les dificulta la vida de los osos ya que no tienen escondites desde donde acechar a sus presas.
Los osos polares es un depredador adaptable, pero depende del hielo marino. Si este desaparece, los osos también.
El hielo marino no solo es crucial para las vidas de los habitantes de los polos. También desempeña un papel fundamental en el clima de todo el planeta. La superficie blanca evita que el planeta se caliente, ya que refleja y devuelve al espacio buena parte de la energía solar. Una superficie oscura hace totalmente lo contrario, absorber más del 90% de la energía solar y por lo tanto calentar el planeta. Con la pérdida del hielo marino, estamos perdiendo uno de los escudos protectores del planeta.
Durante millones de años ha habido un equilibrio entre el avance ya la retirada de hielo marino, pero ahora ya no es así. Hoy en día, en los meses de verano, hay cada vez menos hielo.
El Ártico se está calentado el doble de rápido que ningún otro lugar del planeta. En el año 2040, apenas quedará hielo en el océano durante los meses de verano. Inevitablemente esta pérdida de hielo tendrá consecuencias devastadoras para todos los que aun depende de él.
En la costa del extremo noreste de Rusia, se produce la mayor reunión de morsas del planeta, más de cien mil individuos llegan a la misma playa. Lo hacen por pura desesperación, no por elección. Su hogar natural está en el hielo marino, pero el hielo se ha retirado hacia el norte y este es el lugar más cercano a las zonas donde se alimentan y en donde pueden descansar. En estas condiciones, las morsas son un peligro para ellas mismas. Algunas logran alejarse de la multitud enfrentándose a acantilados de 80 m. de altura, un desafío extraordinario para un animal acostumbrado al hilo marino. Cuando tienen hambre necesitan volver al mar. Debido a la desesperación, se despeñan a cientos alturas a las que nunca debieron haber escalado.
Esta masificación de morsas se produce todos los años. Es evidente que las vidas de estos animales, como la de los osos polares o las focas, está cambiando. Todos viven en la frontera del cambio climático, y todos sufren las consecuencias.
De momento, el invierno ártico regresa y el hielo marino vuelve a formarse, se restablece el orden, un alivio para los muchos animales que dependen del hielo.
¿Pero por cuánto tiempo seguirán formando parte de la vida en nuestro planeta estos mundos helados?
Belén de la Fuente Gutiérrez